27Sep2023

Las empresas frente a las olas extremas de calor

Las olas de calor pueden causar pérdidas en productividad y afectar a las cadenas de suministro. Prospectiva, aseguramiento y medidas bioclimáticas reducen sus efectos. 

Las empresas frente a las olas extremas de calor
La ola de calor en la región china de Sichuan tuvo un impacto paradigmático en el comercio internacional. La sequía severa y la reducción a mínimos del caudal del Yangtzé produjo cortes de suministro energético en 2022 —la principal generación corre a cargo de centrales hidroeléctricas— con parones obligados en industrias de automoción, baterías de litio, fertilizantes, acero o aluminio. Ese mismo fenómeno puede replicarse respecto a cualquier otra fuente de materias primas o manufacturas sobre todo en países más expuestos o con menos defensas ante este tipo de eventos meteorológicos. Apenas existen modelos concretos que calculen las consecuencias económicas de las olas de calor. Lo ha hecho una universidad norteamericana, que cifra en 16 billones de dólares los costes mundiales solo entre 1992 y 2013. De cara al futuro, se proyecta una factura bastante mayor si aumentan el grado y la frecuencia de estos episodios. Según la Agencia Estatal de Meteorología, en España se registraron dos oleadas durante los meses de junio entre 1975 y 2000 frente a las nueve delo que va de siglo XXI. Otros estudios analizan efectos macro como la inestabilidad política o las subidas agravadas de precios, además de variables específicas como los efectos en la productividad y el rendimiento, sean humanos o de las maquinarias y equipos informáticos que también acusan el calor, junto con costes operativos como el mayor consumo de electricidad para mantener las instalaciones refrigeradas, un dilema en un contexto de tarifas eléctricas altas, que puede aliviar el autoconsumo. La estrategia preventiva de las empresas frente a estos fenómenos necesita ser igualmente diversa. Lo primero que suele recomendarse es tomar conciencia sobre un aumento de las temperaturas que, según Naciones Unidas, arraiga como parte de una nueva realidad climática, incluso si la reducción de emisiones surte efecto a medio plazo, y por tanto conviene reforzar las respuestas preventivas o reactivas tanto en el día a día como en los planes de contingencia y continuidad de negocio. De esta forma, reducir la vulnerabilidad de las cadenas de suministro pasa por medidas como integrar herramientas de gestión con análisis avanzado de datos e inteligencia artificial, propias o externalizadas, cuya capacidad de replicar escenarios, por ejemplo mediante gemelos digitales, ayuda a planificar stocks, rutas, proveedores e incluso productos alternativos para mermar el riesgo de desabastecimiento. También recomiendan asegurar las operaciones internacionales frente a los impactos directos o indirectos de las crisis climáticas, y no solo respecto a temperaturas extremas, sino en inundaciones, incendios o temporales como Filomena o el que en julio azotó el norte de Italia. Esa misma batería de herramientas analíticas puede incluir, lógicamente, las predicciones meteorológicas cruzadas de diferentes organismos especializados. Aunque decae su precisión cuanto mayor es el periodo analizado, pueden servir para prepararse al menos con algunos días o semanas de margen. Las medidas laborales frente al estrés térmico son bien conocidas en un país del Sur como España, desde la aclimatación a las rotaciones, el teletrabajo o los horarios adaptados, incluso de apertura al público. En este sentido, la estrategia empresarial puede inspirarse en la planificación urbana —como la que ensaya Sevilla, por ejemplo— con el uso de pantallas vegetales de especies más resistentes al calor, toldos o sistemas de evapotranspiración.  Parece que se impondrán modelos de arquitectura bioclimática en las reformas de instalaciones —oficinas, almacenes, industrias…— o en obra nueva, que empleen mejores materiales reflectantes y aislantes o sistemas de ventilación circular que recuerdan a soluciones tradicionales como los patios. Flotas, máquinas y equipos informáticos de consumo eficiente, si no se imponen por ley, lo podrían hacer por competitividad. Hay incluso quien habla de meteomarketing sobre todo para los negocios de primera línea y cara al público, desde la hostelería a los comercios céntricos o el entretenimiento al aire libre. Proponen respuestas desde lo previsible a lo ingenioso como impulsar el comercio online mediante publicidad segmentada o el servicio a domicilio para compensar la pérdida de actividad presencial, ofrecer bonos u ofertas para limitar esa caída de actividad en los días más tórridos, o incluso convertir los locales comerciales en una especie de refugios para que los transeúntes o los trabajadores a pie de calle tomen un respiro, se ventilen o se hidraten, como una medida de buena imagen o incluso de responsabilidad social.
MÁRQUEZ Y CÍA

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