10Jul2024

Black Mass, la nueva materia prima

Avanza la técnica capaz de obtener metales estratégicos del reciclaje de baterías y proyecta una industria necesaria en Europa por geoeconomía.

Black Mass, la nueva materia prima
Tiene aspecto de carbón molido, pero es oro. Consultoras como Bloomberg la consideran una materia prima emergente. La black mass, literalmente, masa negra, es una sustancia refinada que contiene algunos de los metales, en estado puro, más deseados del mundo: litio, cobalto, níquel o manganeso procedentes del reciclado de baterías, que se venden a los fabricantes para reutilizarlos en su producción de nuevos acumuladores. A estos materiales se añaden otros recuperados en el proceso como grafito, aluminio, cobre, silicio o plomo, además de los plásticos de carcasas. El contexto que explica el surgimiento de plantas europeas de reciclado parte de una demanda disparada de baterías por la electrificación en general y la automoción en particular, sumada a la miríada de dispositivos desde móviles a sensores IoT. Según la Agencia Internacional de la Energía, la demanda global de litio podría multiplicarse por 42 de aquí a 2040 (a no ser que ganen cuota otras baterías basadas en materiales más abundantes) y la de cobalto se habrá cuadriplicado en 2030, estima el Foro Económico Mundial. Otra variable en este contexto complejo: la estrategia china de acaparar la cadena de valor desde el acopio de materias a la fabricación, la comercialización y el reciclaje.  Demasiada presión como para que Europa no reaccione. La competencia asiática (que comienza a producir conatos de guerra comercial), los planes de electrificación o crisis como las guerras y las rupturas del suministro, refuerzan estrategias para ganar autonomía industrial y de abastecimiento de materiales críticos. Ya se verá si son cifras realistas, pero, según Buck Consultants International, el viejo continente podría inaugurar hasta 250 nuevas plantas fabricantes en una década, lo que conlleva desarrollar el reciclaje para aminorar en lo posible la importación.  Así, la legislación europea aspira a que a finales de 2031 se recoja el 61% de las baterías usadas en transporte ligero para recuperar hasta el 80% de su litio; además establece mínimos obligatorios de contenidos reciclados en las nuevas baterías del 6% en litio y níquel o el 16% en cobalto, por ejemplo.  No solo hablamos de beneficios económicos y geopolíticos. De acuerdo con Transport & Environment, que la cadena de suministro se europeíce reduciría las emisiones un 37% respecto al suministro chino, y hasta un 60% si esas industrias autóctonas emplean electricidad renovable. Eso sí, además de la legislación pro-reciclaje hacen falta otras medidas de estímulo para no desperdiciar una oportunidad plausible, que podría reducir notablemente la dependencia exterior en lo que queda de década. Las principales industrias recicladoras se ubican en Francia, Bélgica y Alemania, pero comienzan a surgir en países como España, desde compañías relativamente modestas en tamaño, aunque no en tecnología, a grandes inversiones de multinacionales y proyectos público-privados de investigación que incluyen el ecodiseño. Algunas ya declaran porcentajes de reciclado del 98%. Esa variedad de iniciativas perfecciona procesos industriales para obtener black mass como el hidrometalúrgico (triturado, molienda, mezcla con agua y químicos para separar metales y refinado), separación por densidades y otros innovadores como el tratamiento por ultrasonidos previo a la lixiviación (separación en una solución líquida), con resultados óptimos en litio, níquel y cobalto y superiores al 42% en manganeso, según afirma la iniciativa Recibat.   También surgen diferentes modelos de negocio, como factorías diseñadas solo para el tratamiento mecánico (descarga de baterías, separación de materiales y trituración), aunque en grandes cantidades. Otras completan el proceso con la producción y comercialización de masa negra. Algunas incluyen técnicas especializadas en recuperar módulos en buen estado (no solo de baterías usadas, también de las que salen defectuosas de las fábricas) para destinarlos a almacenamiento en plantas de generación eléctrica, sistemas de recarga de vehículos y usos residenciales.  Además, se diferencian en cuanto a la propia materia prima: hay factorías que solo tratan baterías de automoción, desde coches, motos y maquinaria a patinetes o bicicletas, mientras otras procesan, además de esas grandes baterías para transporte, las pequeñas de móviles, portátiles, electrodomésticos o herramientas. Hablamos de oportunidades, pero también se levantan barreras frente a esta industria incipiente, más allá de una regulación flexible, la necesidad de grandes inversiones o el desarrollo paralelo de cadenas y servicios logísticos. Una de ellas es que el avance del vehículo eléctrico en España y otros países europeos quede lejos de las predicciones optimistas; esto, sumado a la larga vida útil de estos componentes, puede restar volumen, en los primeros años, para el boom de un reciclaje que en este caso avanzaría de forma más gradual.
Yolanda Pin

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