A lo largo de 2010 cabe esperar que los diversos mercados se comporten de forma desigual, iniciándose la recuperación de forma más intensa en algunos de ellos. Las oportunidades de negocio en estos mercados serán uno de los ejes que reactivarán la economía global. Sudáfrica, uno de los entornos de negocio más sofisticados de África y un puntal económico de la región subsahariana, estará posiblemente entre esos mercados. El país cuenta con una larga historia de prudencia en la gestión fiscal y económica y con un sector bancario sólido que no ha estado expuesto a la deuda de las subprime de Estados Unidos ni a una financiación significativa por parte de acreedores extranjeros. Antes de la crisis mundial, las condiciones de las transacciones eran muy buenas, los índices de insolvencia bajos y la única preocupación importante para los importadores era la fluctuación ocasional del tipo de cambio del Rand.

A finales de 2008 y principios de 2009, este panorama cambió, ya que la reducción de la demanda de exportaciones sudafricanas por parte del mundo desarrollado provocó una repentina y profunda recesión en el primer semestre de 2009, afectando a la mayoría de los sectores. Las empresas tuvieron que frenar sus planes de expansión, desabastecerse y mantener en suspenso nuevos proyectos. La inversión extranjera se agotó. El endurecimiento de las condiciones de préstamo por parte de los bancos y la aprobación de la ley de crédito nacional, que restringe el acceso al crédito, provocaron una reducción del gasto de los consumidores. La minería (exceptuando el oro) y el turismo también se han visto afectados, si bien este último sector podría beneficiarse de un espaldarazo por la celebración del Mundial de Fútbol de 2010 en Sudáfrica.