02Oct2024

Minería urbana: el filón de los vertederos

La escasez de materiales estratégicos revaloriza los vertederos y la basura electrónica por su, cada vez más rentable, contenido en oro, plata, cobre o tierras raras.

Minería urbana: el filón de los vertederos
Un investigador del CSIC pone este ejemplo sobre el voraz apetito de materiales en la economía moderna: los digestores, precursores de la máquina de vapor, se construían con apenas tres elementos químicos (hierro, carbono y calcio); hoy la industria exprime prácticamente toda la tabla periódica.   Otro ejemplo: un smartphone incorpora unos 50 elementos diferentes, incluidos lantano, gadolinio, praseodimio, neodimio, europio, terbio o disprosio solo para darle color y luminosidad a la pantalla o fabricar imanes de micrófonos y altavoces. Se calcula que una tonelada de móviles contiene 350 gramos de oro y otros tantos de plata. Una tonelada de placas de circuitos atesora unos 80 gramos de oro, 35 de galio y 18 de paladio. Pantallas planas, LEDs azules y láseres contienen uno de los metales que más prometen escasear y por tanto encarecerse: el indio. Estos ejemplos se ciñen a la basura electrónica, pero también retratan el negocio general de la minería urbana, estimulada por las legislaciones pro reciclaje, la creciente escasez de materiales y la consiguiente rentabilidad de recuperar residuos tratados como materias primas secundarias. ¿Qué residuos? Todos los municipales e industriales acumulados en vertederos, cuyos metales (desde los corrientes tipo cobre, aluminio o hierro a los de las tierras raras) se encuentran en concentraciones muy superiores a las de los depósitos naturales. Y cada vez más, porque a medida que las minas se agotan cae su rendimiento. No extraña entonces que el sector global de la minería urbana prometa doblarse desde los 18.182 millones de dólares en 2021 a más de 38.000 en 2027, apunta Research and Markets.    Según el proyecto europeo New Mine, en Europa existen de 150.000 a 500.000 vertederos con alto potencial ya que los materiales no reciclables pueden incinerarse para generar electricidad. En ciertas condiciones, también son aprovechables sus emanaciones de metano. Como sostiene la asociación Signus, en condiciones óptimas la minería urbana puede ser hasta 20 veces más eficiente que la tradicional en consumo energético.  Pero no hablamos de explotar solo los vertederos cerrados o activos, también el filón futuro y garantizado de los residuos con diferencia más valiosos: los electrónicos, incluidos unos electrodomésticos cada vez más digitalizados. El crecimiento combinado de población, nivel económico y consumo de dispositivos promete elevar la generación global de basura electrónica de 62 millones de toneladas en 2022, de las que solo se recicla el 22,3%, a 82 millones a finales de esta década, de acuerdo con la ONU. Parece difícil que el ecodiseño para fomentar la reparación y una industria recicladora aún incipiente compensen el modelo de usar y tirar. Según la entidad Recyclia, en Europa el ciclo de renovación de los smartphones se ha reducido a 18 meses y solo en España se desechan cada año unos 20 millones. A estos deberían sumarse los obsoletos que quien más quien menos guarda en casa. Otro incentivo para el avance de esta minería es el impacto ambiental. La explotación de los vertederos ahorraría costes asociados a la contaminación de suelos, acuíferos y la llamada remediación de los entornos naturales. Además, el cumplimiento de reglamentos ambientales cada vez más estrictos puede reportar beneficios a las empresas integradas en este modelo de economía circular.    Pero no es oro todo lo que reluce. También existen barreras al desarrollo de la minería a gran escala, como revertir el envío de grandes cantidades de basura electrónica desde los países desarrollados, cuyos sistemas de reciclaje no dan abasto, a países en vías de desarrollo. Que esos residuos se queden en los mercados de origen para ser tratados junto con los vertederos exige grandes inversiones en infraestructuras y maquinarias capaces de procesar desechos en condiciones muy variables (composición, densidad, degradación, etc…), desde las catas y estudios previos a las fases de lavado, trituración, homogenización, separación, concentración y tratamientos metalúrgicos adaptados a las materias que se quieran priorizar. En este sentido juega a su favor la alianza de la minería moderna con innovaciones como la visión artificial para separar materias, tratamientos químicos que estiran la cantidad de ciclos de reciclaje que aguanta un material o el uso de imanes para recuperar tierras raras, entre otras técnicas en vía de maduración.