23Feb2021

El cambio acelerado de la tecnología exponencial

¿Qué es la teoría del cambio exponencial? La economía vive una aceleración constante con tecnologías que se perfeccionan sin fin.

El cambio acelerado de la tecnología exponencial
Hablemos de cambio. Se predice como una fuerza constante. Se augura su progresiva aceleración. Se vincula con la disrupción tecnológica. Y se argumenta como explicación el progreso exponencial de las tecnologías, su capacidad transformadora en todos los órdenes. ¿Por qué se acelera el cambio del mundo? Porque es posible. En el campo de la tecnología, los cambios masivos responden a la capacidad del mundo para hacerlos realidad. Cada nuevo avance es fruto de una inversión con sentido práctico: si se desarrolla es porque demuestra su rentabilidad al cumplir una función. Incluso puede crear la demanda para después satisfacerla.  La rueda, el estribo, la vela, la fundición… cualquier hito tecnológico propició un salto. El progreso histórico dibuja una curva ascendente y sostenida desde la primera industrialización. Y empina su línea a partir de la revolución informática, que según la ley de Moore dobla su capacidad de procesamiento cada dos años. Si no se cumple ese plazo puede ser por estrategia comercial, no por limitación técnica. La prueba está en el smartphone de cada bolsillo o en el salón: una videoconsola puede acumular 12 teraflops de capacidad cuando el supercomputador ASCI Red, gigante a finales del siglo XX, presumía de 1,3 y solo costaba 46 millones de dólares.   Lo verdaderamente inédito es el salto de escala. Y no solo intensiva, sino expansiva como Internet. Si Moore se centraba solo en el cerebro informático, nuevos gurús como Raymond Kurzweil (referencia en computación e Inteligencia Artificial, director de Ingeniería en Google…) argumentan que esa base informática fue el origen pero hoy la evolución es global, multidisciplinar y exponencial. No solo lo predicen, dicen constatarlo. Es así porque el cambio se apoya en el dream team de las tecnologías: por supuesto la digitalización profunda (acelerada por la Covid), pero también la computación cuántica (poder de cálculo incalculable), machine learning e IA (en progresivas versiones hasta la superinteligencia), nanotecnología y biotecnología (capacidad operativa en tamaños ínfimos o soportes orgánicos), diversidad robótica (con su cerebro IA y versiones nano), el modelo blockchain (superbases de datos descentralizadas para usos crecientes, desde criptomonedas a trámites y relaciones comerciales), además de aplicaciones concretas como la impresión 3D o los nuevos materiales (por ejemplo el grafeno y su posible uso en componentes electrónicos).  Todas estas tecnologías tienen pista de despegue sin límites aparentes (a diferencia de otras como la generación eléctrica renovable, frenada por la imposibilidad de almacenamiento), así que cada una por sí sola asegura un impacto acelerado. Imaginemos entonces esa capacidad combinada, donde el todo es mucho más que la suma de las partes porque se estimulan mutuamente. Ahí, en ese intercambio de aplicaciones, capacidad e innovación, se afianza la progresión exponencial. Por ejemplo un robot digital con procesador cuántico y capacidad IA que intercambia teras con una miriada de dispositivos IoT y puede no solo producirse con costes cada vez menores, sino auto-replicarse. Se trata de tecnologías con portadas diarias que vuelan hacia las siguientes etapas de madurez.  Esta aceleración tecnológica tendrá un enorme impacto empresarial. Desde los cambios en los modelos de negocio (de repente una consultoría o una universidad diseñan productos y servicios digitales con un beneficio escalable) a aplicaciones en el perfeccionamiento del seguro de crédito, que analiza el riesgo con un foco cada vez más personalizado, utiliza blockchain para blindar tratos comerciales o tecnologías biométricas contra la suplantación de identidad.  ¿Qué hacer en este entorno? Cambiar a favor del cambio. Conocer el fenómeno de la transformación tecnológica para entender en qué aplicaciones prácticas puede beneficiar a mi compañía frente a una competencia más lenta. También entender qué perfiles profesionales son capaces de liderarlo. Esa evolución de la mentalidad permite prever la evolución del negocio. En el escenario óptimo de la economía por venir, la transformación acelerada sería una fortaleza, no un drama.  
Boada

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