09Des2024

Competencias para la economía 4.0

Aunque en sectores tecnológicos parece mandar la preparación técnica, el equilibrio con las habilidades blandas será clave para gestionar máquinas y cambios.

Competencias para la economía 4.0
Según el Camino a la Década Digital del Consejo y el Parlamento europeos, el 75% de las empresas de la Unión Europea debería usar con normalidad IA, los macrodatos y la nube en 2030, particularmente para automatizar tareas. En este contexto, el informe Futuro del trabajo 2023 del Foro Económico Mundial estima que el 44% de las habilidades de los trabajadores se verán afectadas en el próximo lustro, con una rotación del mercado laboral que podría alcanzar al 23%. Son solo dos análisis entre muchos que constatan una característica básica de la cuarta revolución industrial: la transformación tecnológica acelerada intensifica los cambios en todos los órdenes de una economía marcada por la incertidumbre, el aumento del riesgo y la necesidad de adaptación; desde el ciclo de vida de productos y servicios a las preferencias de consumo o la competencia por el talento, junto a su impacto en el perfil de directivos y empleados obligados a evolucionar al mismo ritmo. En este sentido, un estudio de la Universidad Rey Juan Carlos precisa las competencias —conjunto de conocimientos, habilidades técnicas, habilidades blandas y actitudes— más idóneas para ese futuro hiper-tecnológico, particularmente en el entorno de la industria 4.0 definida por la transformación digital profunda. En resumen, apunta a que la automatización, ahora potenciada por la IA, aboca a los humanos a tareas más creativas, de supervisión e interpretación de las máquinas para tomar decisiones inmediatas basadas en los datos, y a más largo plazo para la gestión estratégica de los cambios. La mayor demanda de esos perfiles cualificados ya asoma hoy en el déficit de talento. Aunque esa necesidad de cualificación técnica parece por lo tanto la más importante —con las habilidades blandas relegadas a un papel complementario—, en realidad la industria 4.0 requiere una variedad inédita de cualidades y el equilibrio entre las profesionales y las personales; otros autores incluso sostienen que estas últimas tienden a pesar más en el balance.  De hecho el estudio de la universidad española compila hasta 37 competencias en cuatro categorías: Técnicas (desde la comprensión de procesos complejos y de la ciberseguridad a nociones de programación); Metodológicas (pensamiento interdisciplinar o empresarial en la definición de estrategias, análisis para estructurar procesos, capacidad de investigación y orientación a la eficiencia…); Sociales (comprensión de culturas y hábitos laborales diversos, capacidad de cooperación, coordinación y transmisión de conocimientos, trabajo no solo en equipo sino en red…); y Personales (tolerancia a la ambigüedad, inteligencia emocional, motivación por aprender, resistencia a la presión, orientación a la calidad…).  Podría compararse este listado con los ingredientes y elaboraciones de una receta de alta cocina, con mayor o menor medida de unos u otros en función de la compañía y su sector. En todo caso puede servir como guía para que los profesionales identifiquen los puntos fuertes que destacar o los débiles que desarrollar. Y puede guiar a los empleadores a la hora de precisar el perfil que necesita una vacante. Para desarrollar las habilidades sociales y personales (las técnicas y metodológicas dependen directamente de la formación y la experiencia laboral), algunos expertos recomiendan participar en proyectos de equipo y entornos colaborativos o la revisión de una tarea propia por terceros para revelar carencias. Escuchar y leer diferentes enfoques más allá de los sesgos personales amplía el conocimiento y la visión de contexto, y trabajar la empatía ayuda a entender las perspectivas ajenas para desbloquear posiciones. Es útil entender cómo cada habilidad responde a una necesidad específica del entorno industrial. Por ejemplo, la capacidad de comunicación transmite con claridad objetivos en un proyecto técnico complejo, habla en los términos tecnológicos que un receptor no experto puede entender o maneja los canales digitales más eficientes según el mensaje y la urgencia. El pensamiento crítico, que permite analizar datos, identificar tendencias y tomar decisiones orientadas a los resultados, suele ser una de las habilidades más valoradas.  En general, los perfiles encargados de gestionar máquinas inteligentes no solo necesitan un conocimiento profundo de esos sistemas, también capacidad resolutiva e incluso intuición para tomar decisiones en tiempo real previendo sus consecuencias de acuerdo con los historiales de datos. La flexibilidad unida al control del estrés ayuda a gestionar la implantación de una nueva tecnología o un proceso de negocio, mantener el foco o modificarlo si la planificación, puesta a prueba, acusa fallos. En este aspecto también puede servir como complemento de esas habilidades blandas la preparación técnica en metodologías ágiles. De nuevo, el equilibrio entre ambas.
Boada

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