08Nov2023

Así serán los smartphones del futuro

Seguirán siendo el dispositivo personal por excelencia. Pero en versiones tan sofisticadas que apenas se parecerán tecnológicamente a un móvil actual.

Así serán los smartphones del futuro
Aunque las predicciones tecnológicas son arriesgadas, en el caso de los móviles una casi puede darse por segura: que su evolución en los próximos veinte años será bastante más rápida que la experimentada las dos décadas pasadas. Si un Smartphone recién salido al mercado en poco se parece a su antecesor de 2003, su sucesor en 2043 será un dispositivo aún más distante en capacidad, funcionalidad y diseño. Algunas de esas innovaciones seguramente sean imprevisibles. La razón: el impulso cruzado de tecnologías exponenciales como el procesamiento —tanto del propio terminal como en la nube— y transmisión masiva de datos, las realidades mixtas o la Inteligencia Artificial, entre otras. Al menos a estos vaticinios llegan algunos expertos de la prensa especializada, tecnólogos, diseñadores y desarrolladores. Sus proyecciones podrían encuadrarse más o menos en dos grupos. A medio plazo, unos 10 años vista, más previsibles porque reflejan el avance de tendencias actuales. Y las futuristas que incluso pronostican su sustitución por un tipo de dispositivo radicalmente distinto al actual modelo de bolsillo. Lo que no suelen poner en entredicho es el sentido de utilidad que ha hecho del móvil el dispositivo personal más exitoso del siglo XXI: el 68% de la población planetaria tiene uno, o una Tablet, con conexión a internet. Es decir, un terminal multiusos que concentra, o incluso acapara, funciones. Seguirá siendo eso, una especie intermediario universal con la realidad, además de un teléfono clásico, pero añadiendo a la lista muchos más usos personales y profesionales.  Algunas evoluciones apuntan al uso masivo de las pantallas desplegables en dos o tres hojas, como un folleto, o enrollables, para alcanzar una superficie similar a una tableta que podría sacar a este dispositivo del mercado. Ya existen modelos comerciales de ambos tipos, así que su evolución digital y mecánica tiene tiempo por delante.  Este tipo de pantallas amplias, cruzadas con otras tecnologías como baterías sólidas mucho más duraderas, la recarga inalámbrica ubicua gracias a infraestructuras públicas de inducción o mini paneles solares, y sobre todo el poder de procesamiento y transmisión de datos 6G, podría permitirle manejar en la nube programas profesionales pesados hoy solo viables en portátiles, ordenadores o tablets de alta gama.   Otras líneas de evolución se vinculan a preocupaciones sociales y económicas del presente. Por ejemplo, la ciberseguridad, con la futura incorporación en el propio dispositivo de sistemas para reconocer imágenes o vídeos generados por IA. Serían escudos integrados, independientes de sistemas externos centrados en la transmisión de datos. También la sostenibilidad y la economía circular para reducir residuos y su dependencia de materiales escasos como las tierras raras. Su diseño modular, que también tiene pioneros en el mercado, permite sustituir piezas en vez de desechar el aparato entero porque se avería o su memoria queda obsoleta.  Con el salto de escala en computación y el boom del internet de las cosas, podrían ser el CPU para una creciente variedad de periféricos en entornos profesionales. O de nuevos biosensores para monitorizar datos médicos de cada usuario, en conexión con un sistema de salud que también evoluciona hacia la telemedicina. Además, sería previsible su integración con asistentes virtuales de nueva generación, como un Alexa con el alcance de un futuro ChatGPT. En cuanto al salto tecnológico que mutaría su forma para siempre, se enfoca sobre todo en el tamaño y las interfaces. Más poder en menos espacio hasta que el cuerpo del móvil pueda reducirse a una pulsera o un wereable, con la pantalla integrada en unas gafas o unos lentes de realidad aumentada. En un escenario más avanzado, las pantallas y los teclados serían directamente proyecciones holográficas manejables por gestos, como una pantalla táctil, pero en el aire o en cualquier superficie lisa. De nuevo, también existen prototipos más o menos operativos en sus funciones básicas. Un paso intermedio podría ser un cuerpo miniaturizado y portable para alojar circuitos y batería con la interfaz reducida a una fina y ligera lámina, como si el móvil se redujese al cristal de su pantalla. 
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