02Oct2023

¿Qué está pasando en China?

Las dificultades actuales que atraviesa China son síntomas de desafíos estructurales para los cuales las soluciones rápidas no son una opción.

¿Qué está pasando en China?
Este verano el Banco Central de China dio a conocer un paquete de medidas para apoyar la economía, incluida la flexibilización del endeudamiento para la compra de vivienda y la reducción de sus tipos de interés. Casi al mismo tiempo, la Administración dio a conocer nuevas medidas de desgravación fiscal para las pequeñas empresas y algunos hogares. Estas medidas fueron una reacción a algunos indicadores económicos preocupantes. En julio, el IPC cayó un 0,3%, lo que convirtió a China en la primera nación del G20 en registrar una caída en los precios al consumidor desde el punto álgido de la pandemia. Desde entonces, las presiones deflacionarias, un síntoma de debilidad económica, han disminuido, pero la recuperación postpandémica de China es claramente más débil de lo esperado. Esto es relevante, porque el crecimiento económico de China ha ayudado a impulsar la economía global durante varias décadas. En ese tiempo en que millones de ciudadanos chinos han salido de la pobreza, el país se ha convertido en la fábrica del mundo y en la segunda economía global por tamaño. Los recientes desafíos del país tal vez no sean problemas temporales. La desaceleración actual es parte de una tendencia a largo plazo que comenzó alrededor de 2010 y continuará por mucho más tiempo. Algunos pronósticos sugieren que podríamos ver como las tasas promedio de crecimiento del PIB chino caerán hasta un 2% dentro de dos o tres décadas. Nadie puede estar seguro de si ese escenario se dará. Mucho depende de la respuesta de la Administración a los problemas actuales, pero a los economistas les preocupa que China tenga poco margen de maniobra y que una serie de problemas sistémicos e interconectados estén saliendo a la superficie. Se ha sugerido que China pasa por la trampa de la renta media. Se trata de la lucha por la transición de una economía caracterizada por manufacturas poco cualificadas, salarios bajos y un crecimiento impulsado por las exportaciones a una economía de ingresos altos caracterizada por actividades de mayor valor añadido, salarios más elevados y un crecimiento impulsado por el consumo. Esta fase, siempre compleja, puede ser particularmente desafiante para una economía afectada por una elevada deuda y una baja productividad. Además, China está atravesando una crisis inmobiliaria, nacida de décadas de dinero fácil y falta de regulación. La demanda se ha agotado, los precios de las viviendas se han desplomado y los promotores inmobiliarios chinos atraviesan dificultades. Enormes sumas de ahorros e inversiones están inmovilizadas en el inmobiliario, lo que significa que la crisis del sector tiene graves repercusiones para el conjunto de la economía. Eso ya sería bastante malo por sí mismo, pero los desafíos de China son aún más amplios. La población está envejeciendo. El desempleo juvenil es alto. El crecimiento de la productividad es bajo. Además, el Estado puede estar demasiado endeudado para inyectar dinero en la economía como ha hecho en el pasado. La deuda pública no es necesariamente un obstáculo para el crecimiento económico, si se gasta sabiamente. "Sin embargo, hay señales de que el dinero no se está invirtiendo de forma muy productiva. Los vehículos financieros de los gobiernos locales han acumulado mucha deuda en los últimos años. Pero los proyectos que financiaron muestran una tasa de retorno promedio relativamente baja. Además de eso, el endeudamiento desplazó la inversión de empresas privadas nacionales más eficientes", afirma Bert Burger, analista para Asia de Atradius. Se espera que la inversión en China, que durante décadas ha sido el mayor contribuyente al crecimiento del país, se desacelere debido a estos bajos rendimientos, que siguen cayendo, especialmente en el caso de las empresas estatales. El control central de la economía por parte del gobierno chino se ha convertido en un lastre para el crecimiento, pero renunciar a ese control puede ser un paso demasiado grande. Las tensiones geopolíticas también socavan el crecimiento económico. La relación de la Administración china con las grandes empresas está creando tensión con Occidente, que ha comenzado a recelar de la tecnología china y sus usos potenciales. “Las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China comenzaron con la administración Trump a principios de 2018 y pronto pasaron a la contención tecnológica, que ha continuado e incluso se ha fortalecido aún más bajo la administración Biden. En relación con esto, el gobierno chino ha optado por hacer que la economía sea más autosuficiente o, dicho de otra manera, quiere ser menos dependiente de Estados Unidos y otras economías occidentales. China da prioridad a la seguridad por encima del crecimiento económico”, explica Burger. Sin tecnología occidental, a China le resulta difícil explorar plenamente nuevas innovaciones como la inteligencia artificial y la computación cuántica. Al mismo tiempo, algunas empresas multinacionales se están desvinculando de las cadenas de suministro chinas y prefieren socios comerciales que sean menos controvertidos o más cercanos a casa. La lista de desafíos continúa. El covid-19 dejó una serie de cicatrices, incluida una tasa de desempleo juvenil que ha aumentado a más del 20%. Esto, a su vez, agrava la crisis inmobiliaria, porque los jóvenes sin empleo no compran casas. Paradójicamente, las empresas no pueden encontrar a las personas adecuadas para los puestos de trabajo que necesitan. Parte de la fuerza laboral está sobre educada, mientras que muchos trabajadores están poco cualificados. Un desajuste del capital humano con graves consecuencias. China reconoce estas cuestiones, incluso aunque tenga un margen limitado para actuar. Un aspecto positivo es el aumento del gasto en investigación y desarrollo y en educación superior. Como resultado, el número de patentes e innovaciones está creciendo. Sin embargo, con demasiada frecuencia las buenas ideas chocan con el cuello de botella del excesivo control estatal. Los subsidios en torno a la innovación a menudo se asignan a empresas estatales ineficientes, una política que a su vez reduce el dinamismo empresarial en el sector privado. Las dificultades actuales son síntomas de desafíos estructurales para los cuales las soluciones rápidas no son una opción. "Las autoridades intentan impulsar la innovación para aumentar la productividad total de los factores, pero se ven obstaculizadas por sus propias decisiones. Será difícil para China convertirse por sí sola en un país de altos ingresos. Requiere una postura más cooperativa hacia el resto del mundo. Japón y Corea del Sur hicieron esto en el pasado y hoy tienen economías prósperas. Eso parece muy lejos de China en este momento”, concluye Burger.
EMILIO ANTONIO CARRIZOSA

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